SESION IMPOSIBLE
Aquél día tocaba fondo blanco.
Así nos lo hizo saber ¨el Ojo¨ (léase el chico que hace fotos).
Todo el equipo estaba dispuesto.
Yo no tenía un buen día, lo pensé entre dientes,
al escuchar mi canción,
¨Dreams¨ de Fleetwood Mac, resonando en el estudio.
El ciclorama estaba lánguido,
¨el Ojo¨ ciego, y el cliente negro.
La chica del casting nos hizo un corte de manga,
y decidió quedarse en un afterhours.
Otra, vino en su lugar, era mona.
Tenia los ojos màs tristes, que había visto nunca,
pero al masticar la manzana, recuperaron parte de su alma.
Los cubrí con tonos mermelada, para empachar su mirada con algo dulce.
Se le apróxima el fotómetro para medir la luz.
No se enciende mi mechero, no debería fumar, lo había dejado.
Llega ruidoso ´pinkyboy¨el estilista, con su ´total look¨,
perfumado de ¨fuel for life¨, y sus vaqueros Diesel.
Viene arrastrando un burro con ruedas,
cargado con perchas y trapos colgantes como espantapájaros.
El ayudante del ¨ojo¨ indica que todo está a punto.
Es tímido, algo que disimula muy bien acoplándose un personaje ,
con lado oscuro paténte y un toque calavera.
Se nota la intención, por eso me gusta.
El cliente se manifiesta, empieza a dirigir el cotarro,
guiado por las distintas llamadas
de sus cuatro móviles. Todos opinan.
No tienen ni idea, nadie controla,
salvo el presupuesto,
que incluye un surtido de sándwiches rancios
para comer, pero con el pan no se juega cuando crujen los estómagos,
y todos le siguen la corriente y le besan el culo al cliente,
porque sin él no se come.
Una vez disfrazada, la chica desnutrida resulta imponente.
Quiere ir al baño antes de empezar.
Pinkyboy aprovecha su ausencia,
para comentar lo ¨espectacular¨ que ha quedado,
y añade que el novio está mucho mejor,
y que fuma puros de rodillas -entre tú y yo- me dice.
Ella sale del baño con una sonrisa, en los ojos esta vez.
-¡Empezamos! Dice el Ojo, dando palmas.
¨Al final lo haremos todo en blanco y negro, chicos
con planos cortos y primeros planos¨, deja caer.
Corrijo los brillos, Pinkyboy hace que coloca el vestido,
el ayudante del ¨Ojo¨, me observa.
Ajustado el objetivo, los disparos se suceden, enloquecen,
la luz del flash hace guiños sin parar, al ritmo de la música.
De pronto, la chica está mareada..
Mientras recojo mi paleta de colores, se me acerca el aprendiz de calavera.
Me da un billete de 1 dólar con su número de móvil apuntado en una esquina.
-Sólo acepto los de 100, le digo entre risas.
-Bueno los voy dando de uno en uno, para que dure más, me dice él.
En ese momento, sin dejar de mirarle, le hago una perdida...
El ¨Ojo¨ está que trina. Algo ha salido mal.
Se aplaza la sesión, y me voy con más pena que gloria.
En mi cabeza se repite una instantánea:
El vómito ´espectacular¨de la chica, sobre el blanco ciclorama.
Casi llegando a casa, vibra el bolsillo trasero de mis vaqueros.
Tengo una llamada.
Es él.
E.
Escrito en Julio de 2008